No importa si estamos en medio de una reunión importante o acurrucados bajo las sábanas, somos personas integrales el 100% del tiempo. Personas profesionales e inteligentes, capaces de lograr cosas increíbles, pero también llenas de emociones, que no son (ni deberían ser) siempre buenas o felices. Y mientras la idea de “profesionalismo” siga dictando que tenemos que reprimir emociones para tener éxito, la salud mental va a seguir sin tener el lugar que se merece.
Solo por dar un ejemplo, el Departamento de Trabajo de Estados Unidos define ser profesional como “Manejarse con responsabilidad, integridad, autonomía y excelencia, comunicándose efectiva y adecuadamente, y siempre encontrando la manera de ser productivo”. ¿Qué espacio deja esto a los momentos en los que no nos sentimos tan bien? ¿Si no estamos al 100%, dejamos de ser profesionales? La salud mental no es un tema fácil de abordar en el espacio laboral. Y mientras decir que tenemos anginas o fiebre está aceptado y legitimado, puede ser incómodo comunicar que no estamos tan bien emocional o mentalmente, sobretodo en ámbitos donde podemos temer discriminación o hasta que corra riesgo nuestro puesto de trabajo.
En Indicius sabemos que una organización sana cuida la salud de su equipo. Por eso como parte de nuestro espacio “#Indiversitiy”, decidimos hablar abiertamente sobre salud mental, su impacto en el trabajo y cómo cuidarnos y cuidar a los demás en el ámbito laboral.
Pretender que un problema no existe tiende a exacerbarlo, generando consecuencias negativas. Tiene lógica: esconder 8 horas por día una parte nuestra puede causar mucho stress, y probablemente una gran incomodidad para pedir ayuda.
En contraposición, si sentimos confianza para hablar del tema, ya sea que tengamos un diagnóstico médico o no, el panorama es mucho mejor. Un espacio seguro para abrirse genera más probabilidad de buscar apoyo profesional o de colegas, ayuda de jefes o líderes, y evita la angustia o el nerviosismo de que “descubran el problema”, cuando es mucho más frecuente de lo que pensamos.
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Si el espacio de trabajo es percibido como un lugar seguro, y los líderes como personas empáticas, todo el equipo se va a sentir más cómodo para acercarse y pedir ayuda si lo necesitan. Ya sea alguien que los escuche o algo concreto como un día libre, vacaciones o ayuda para ordenar la agenda. Esta dinámica de confianza no solo va a ayudar a que se sientan mejor sino a que la productividad sea sana (y no una olla a presión)
Un ejemplo: una persona con ansiedad social tiene que dar un taller por zoom, pero que la vean hablando en público puede gatillar su ansiedad. Si no siente comodidad para compartir esto, probablemente ponga una excusa y no haya taller. Si se siente cómoda para hablar de esto con su líder, y su líder está capacitado para manejar la situación, seguro puedan llegar a una solución como un taller con cámaras apagadas. Un manejo integral beneficia a todxs.
Lo más importante acerca de una cultura de trabajo abierta cuando se trata de salud mental, es que hace sentir a cada integrante del equipo que sus colegas y líderes realmente los están “viendo” y valorando como personas, y no solo como una pieza en un engranaje.
Según este informe, sentirnos valorados en el trabajo lleva a una mejor salud mental y física, además de mayor compromiso, satisfacción y motivación. Tiene sentido: la conexión con los otros es esencial para nuestro bienestar, y no somos una persona afuera del trabajo y otra dentro. No es una sorpresa que busquemos esta conexión en ámbitos donde pasamos mucho tiempo como el laboral. Hablar sobre bienestar integral en el trabajo significa buscar lo mejor tanto para el equipo como para cada persona que lo conforma.
Hablar de problemas de salud mental en el trabajo suele ser incómodo por el estigma que carga el tema. Solía creerse que quien necesite ayuda psicológica o psiquiátrica está “locx” o no puede mantener un trabajo estable. Pero hoy sabemos que esto no es cierto. La ansiedad, la depresión, las fobias y otras afecciones son mucho más frecuentes de lo que creemos. Una de cada cuatro personas en el mundo sufre o va a sufrir una enfermedad mental o un desorden neurológico en algún momento de su vida. Esto significa que gran parte de la población en edad laboral va a trabajar todos los días lidiando con estos temas. ¿Por qué tanta gente tendría que sufrir en silencio?
Hablar abiertamente de nuestras experiencias personales ayuda a romper el estigma. Y a cuidarnos más, y cuidar a los otros, en la búsqueda de un mundo y una cultura más sana.