Ser productor o productora básicamente se trata de resolver problemas todo el tiempo. O, como mi colega productor Gerardo Gil leyó alguna vez: “ser coordinador de proyectos es fácil. Es como andar en bici, solo que la bici está en llamas, vos estás en llamas, todo está en llamas y estás en pleno infierno.”

La verdad es que lxs coordinadorxs de proyectos suelen gozar de mala reputación. En parte, esta reputación proviene de algunas manzanas realmente podridas que nos hacen quedar mal al resto por no hacer bien su trabajo, es decir, se limitan a reenviar mails y a transmitirle las ansiedades de otras personas (y las suyas propias) al resto del equipo. También se debe al hecho de que, a diferencia de los demás miembros del equipo, la labor de un o una PM no es tan palpable y en realidad no puede traducirse en una entrega específica. Nuestro trabajo es específico y general a la vez. Si estás haciendo bien tu trabajo, probablemente estés al tanto de cada aspecto del proyecto, asegurándote de que todo marche bien y sea como tiene que ser.

Cuando empecé a trabajar en Indicius, hace casi 5 años, no sabía nada de la industria y mis mayores aptitudes eran ser bilingüe y tener buenas habilidades interpersonales. Acá descubrí que tenía facilidad para resolver problemas y ayudar a organizar cosas. También adquirí muchísima información sobre lo que realmente conlleva la experiencia del usuario y la forma de adaptarla a los objetivos empresariales del cliente. Aunque aprendí tantas cosas en estos años, siento que, mientras más sé, más me doy cuenta de todo lo que aún tengo por aprender.

Lxs coordinadorxs de proyectos somos básicamente el nexo entre el cliente y el equipo. Como tal, debemos garantizar una comunicación fluida, fijar expectativas realistas y, con suerte, hacer que el proceso sea una experiencia interesante de la cual resulte un producto excelente que enorgullezca a todo el equipo y le sirva al cliente para impulsar sus objetivos. El proceso es la parte más importante, o al menos así es como yo lo veo. Es un proceso complicado en el que muchas personas distintas que hablan diferentes idiomas y tienen diversos roles deben alinearse para trabajar hacia un objetivo común.

Por el tiempo que dura el proyecto, nos convertimos en un equipo, y la organización es lo que les permite a todxs saber lo que deben hacer, levantar la mano cuando surja algo y tener la confianza de que, a fin de cuentas, estaremos felices con los resultados. Pero no importa cuán buenx seas organizando cosas, cuántos tutoriales de Basecamp te hayas visto o cuántas listas hagas, siempre van a aparecer problemas. Algunas personas la pasan peor cuando se enfrentan a un problema y, en vez de enfocarse en una solución, caen en un círculo vicioso de “ver quién tiene la culpa”. De esto nunca puede salir algo bueno. Los problemas son parte de la vida y, mientras más flexibles seamos, mejor nos va a ir cuando nos enfrentemos a ellos. En general, incluso terminan logrando que el producto sea mejor de lo que imaginábamos y nos enseñan algo nuevo sobre la marcha. Cualquiera sea el caso, este es el momento en que realmente se pone a prueba el trabajo en equipo.

Por suerte, en Indicius contamos con un equipo increíble dentro de la empresa y una red igualmente asombrosa de colaboradores y socixs y, por lo general, gente sencillamente talentosa que nos ayuda a crear un entorno en el cual los problemas son solo desafíos esperando a ser resueltos. También solemos tener clientes bastante buenos, pero, de vez en cuando, recibimos proyectos complicados que realmente nos ponen a prueba. ¿Y saben qué? Terminamos aprendiendo de estos proyectos e incluso establecemos vínculos más fuertes recurriendo a nuestro ingenio y nuestro sentido del humor. En conclusión, cuando contás con un equipo sólido y con procesos eficientes, el vaso siempre estará medio lleno para cuando decidas enfocarte en la solución y superar cualquier problema que se presente.